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Relaciones a Distancia en los Tiempos de las Redes Sociales


Relaciones a Distancia en los Tiempos de las Redes Sociales

Hace un poco más de una década, las lágrimas en los aeropuertos se extendían por un período muchísimo más largo. Cuando nuestros hermanos, parejas o hijos emprendían vuelo para buscar suerte en un país o ciudad lejana, la poca cercanía se percibía de forma intensa y poco cómoda.


Hoy, aquellos que vivimos lejos de quienes nos criaron podemos agradecerle a la tecnología y a las redes sociales, hoy es posible incluso sentir el tacto de quienes dejamos atrás para empezar a buscar un destino propio. Ahora, vivir lejos de nuestras familias y parejas es un desafío bastante menor a lo que era en la época de las cartas a mano.



Montón de sobres con cartas antiguas.


Sin Estampilla


Todos hemos escuchado las historias de nuestros abuelos y de cómo enamoraron a nuestras, en aquella época jóvenes y guapas, abuelitas. En muchos de aquellos relatos, las estampillas y las cartas a mano eran protagonistas.


Impensado era siquiera cuestionarse la posibilidad de que, en periodos de guerra, una carta llegaría a su destino en menos de un segundo y luego, sentarse a esperar respuesta podía demorar meses hasta que de un lado a otro se lograba establecer una comunicación con pausas extensas y adrenalinicas.



Un matrimonio mayor mira la pantalla de un computador y saludan amablamente hacia la cámara de la misma.


Tecnología


Los sistemas de conversación instantánea, el mismo email e incluso el Facebook son los mayores facilitadores de hacer de esta distancia inevitable algo más llevadero, aguantable y menos trágico. La magia de Skype, Viber, WhatsApp y muchos otros nos permiten estar a un click de distancia de una conversación reponedora o de sentir, de lejos, el calor del hogar y el aroma a un plato recién cocinado por mamá.


Un sistema de comunicación que nació en época de guerra y como parte importante de la inteligencia e ingeniería militar es el padre de una tecnología que hoy permite estar más cerca cuando la distancia física, inevitablemente, imposibilita caminar a la cafetería de la esquina.


Hoy por hoy, basta con tener un Smartphone para tener, literalmente, al alcance de los pulgares la voz de quien tanto anhelamos abrazar.



El mundo es un pañuelo: Globalización Digital


Ya no son necesarios los barcos ni los meses de preparación para viajar. Simplemente entrando a cualquier computador con acceso a aquello que nos agrupa a todos y cada uno (bendito sea el Internet), podemos ver a quien extrañamos y comunicarnos con ellos de forma rápida, automática e incluso divertida y amigable.



Hombre de espalda mirando la pantalla de un computador, desde donde una mujer lo saluda.

Solo falta el abrazo


Sistemas como el de Skype nos permiten ver, sentir los tonos de voz y obtener esas mariposas en el estómago que produce la cercanía al hogar después de mucho tiempo lejos. Sin embargo, los abrazos no existen y se extrañan. Las redes sociales nos permiten sentirnos cerca, nos regalan ese sentimiento de pertenencia a un grupo, a una sociedad, a una familia que es nuestra pero que, de forma concreta, no formamos parte física activa debido a la inevitable distancia. Sin duda, la facilidad con la que hoy podemos conectar es algo que le agradeceremos a Mark Zuckerberg y a Tony Bates hoy y siempre, pero los abrazos inaccesibles nos seguirán causando angustia. Por muy fanáticos que todos seamos de las redes sociales, el contacto humano, hasta ahora, no es superado por absolutamente nada.





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