Los 7 Pecados Capitales del Marketing

No es ningún secreto que vivimos en la “Era del Marketing”. Además de tener un buen producto, u ofrecer el mejor servicio, ¡es necesario que tu público lo sepa también! El camino para lograr el éxito ya lo conoces: hay que estudiar el mercado, establecer un público objetivo, crear una marca y su identidad visual, crear una página web corporativa, atraer clientes y hacer todo lo posible para mantener su atención en todo momento.
Como dueño de un negocio, sin embargo, sabes que no basta con mantenerse al día, elegir los mejores proveedores y atender a tus clientes siempre con la mejor de tus sonrisas. Existe un esfuerzo a largo plazo, un verdadero trabajo de hormiguitas, para que tu marca quede grabada en la mente del cliente. Dependiendo del perfil de tu empresa y el tamaño de su presupuesto, tu plan de marketing podrá incluir desde un plan de SEO para tu página web , pasando por un plan de email marketing que establezca el envío periódico de newsletter y un plan de publicidad online ( y si cuentas con el presupuesto de las grandes empresas también un plan de promoción en medios).
Realmente, es un largo camino para recorrer, y muchas veces nos cansamos a mitad de trayecto y buscamos atajos. Pero esos momentos de bajón pueden costar muy caro en el futuro, y debemos resistir, mantener la cabeza erguida y no sucumbir a la tentación del confort y la facilidad. En este artículo analizamos, uno por uno, los 7 pecados capitales del Marketing y te damos las claves para evitarlos:
Pereza
“Vamos a hacer lo mismo que nos dio buenos resultados el año pasado”
Hay quienes piensan que si el equipo viene ganando está ganando no se debe cambiar la formación. Pero la verdad es que no hay equipo que gane para siempre… Puede que tengas la mejor confitería del barrio, premiada por el periódico local durante varios años consecutivos y, aún así, existen muchos factores que pueden dar la vuelta a la situación. Es necesario estar atento a ellos, para actuar de forma anticipada, y no sólo reaccionar.
Digamos que el año pasado realizaste una gran campaña para el Día de las Madres que emocionó al público hasta el punto que aún hoy la recuerdan, y que tuvo un impacto muy positivo en tus ingresos del mes de mayo. En casos como este es muy común que aparezca el “bicho” de la pereza que todos llevamos dentro para proponerte repetir esa campaña que tan bien funcionó también este año. Lo que muchos olvidan es que el público no es tonto. Cada vez son más conscientes de los trucos de la publicidad y pronto percibirán que se trata de una campaña “reciclada”. El impacto, esta vez, podría ser más bien negativo.
Envidia
“¿Viste lo que hizo la competencia?”
Imaginemos un escenario hipotético en el que eres el responsable de la campaña de lanzamiento de una nueva marca de refrescos. Después de muchas reuniones con tu equipo, deciden filmar un comercial con un oso polar. Y ahora pensarás: “¡pero si ya existe una marca, muy famosa por cierto, usando osos polares en sus anuncios!”. Nosotros también pensamos lo mismo.
Sin mencionar el posible problema jurídico que puede surgir de una decisión así, trata de ponerte en el lugar del consumidor, que inmediatamente identificará tu marca como una simple copia (o aún peor: un intento de copia fallido) de la otra empresa. En un mercado tan competitivo como el actual, es importante aportar un elemento diferencial – y eso incluye a la identidad de tu marca.

Avaricia
“Ambas ideas son buenas, pero ¡vamos a escoger esa que nos dará más Me gusta!“
Si tienes un despacho de abogados, ¿podrías hacer una sesión de fotos publicitarias con cachorros de perros y gatos disfrazados de abogados y jueces, con trajes, corbatas y carpetas archivadoras? Como poder, puedes. Pero no deberías. Seguramente las fotos se harían virales y el tráfico de tu página web se triplicaría por segundo pero, ¿surgirán más clientes interesados en tus servicios jurídicos?
Todo material publicitario que produzcas para tu empresa debe tener dos objetivos principales: conseguir que tu marca se haga un nombre en tu mercado objetivo y atraer más negocios. Está claro que a todos nos gusta ver como nuestro contenido recibe un millón de “Me gusta”, es compartido en las redes sociales y comentado por los influenciadores digitales. Sin embargo, si toda esa atención no se traduce en ventas, tu esfuerzo habrá sido en vano. El éxito no puede medirse sólo por el rendimiento en las redes sociales, sino por la forma en que tu marca es percibida en el mercado y la tasa de conversión.
Gula
“Prefiero esta campaña que incluye una sesión de fotos en París”
No tenemos nada contra París. Y tampoco hay problema alguno en reservar un buen hotel para tu equipo – nada mejor que un equipo satisfecho para que trabaje al máximo de sus capacidades. Pero jamás dejes de lado el foco principal de la campaña: tu marca. El lugar del rodaje e incluso las celebridades contratadas (¿por qué no?), deben ser un complemento, en perfecta armonía, a la imagen que su empresa desea transmitir
Usamos el ejemplo de París por ser la ciudad referente de la elegancia, pero puedes aplicarlo a cualquier situación. Una vez definido el concepto creativo de la campaña, busca las mejores opciones que tu presupuesto puede soportar. No se trata de lanzar la casa por la ventana porque sí. Hay que dar prioridad a la funcionalidad antes que al glamour. Ten en cuenta que una campaña bien planificada te generará buenos negocios e, indirectamente, te permitirá finalmente hacer ese viaje a París – ¡pero esta vez de vacaciones!

Lujuria
“Vamos a poner nuestra marca en todas partes”
Este es el pecado del entusiasmo. Así como tú buscas nuevas formas de exponer tu marca, hay otros negocios – revistas de barrio y ferias de negocios, etc – que necesitan atraer marcas para rentabilizar sus publicaciones y eventos. Cada una de esas opciones es una oportunidad única de exposición, a veces gratuita o con un costo irrisorio si se compara con el potencial de retorno de la inversión.
Esa aquí donde hay que parar por un momento y pensar para no caer en la tentación de estar “en todos lados”. Es importante analizar y valorar si toda esa exposición gratuita (o barata) será realmente beneficiosa para la imagen de tu marca. ¿Cuál es el público que el evento en cuestión desea atraer? ¿Quiénes son los lectores de la revista de su barrio? ¿Junto a qué otras marcas estaré colocarán mi nombre? ¿Conseguiría más negocios invirtiendo ese dinero en otro lugar? Las respuestas a estas preguntas deben guiar tu toma de decisión. Y recuerda que por muy sexy que suene estar en todas las publicaciones, el resultado no siempre es el deseado.
Ira
“Vamos a enviar este boletín al mayor número posible de personas”
Y así nació el spam. Pensemos un momento: para cada anuncio que pagas en algún medio – ya sea televisión, exterior, Facebook o Google – tienes siempre en cuenta el perfil del público objetivo. Pero cuando se trata del envío de emails, aparece un impulso casi salvaje que se apodera de nosotros y nos empuja a expandir nuestra lista de destinatarios a toda costa. En solo un clic agregamos toda nuestra lista de contactos a la pestaña “destinatario” del correo.
Este es un pecado fácil de cometer, pues el envío de emails es un canal más barato si se compara a los demás medios publicitarios – en realidad, su costo es bajísimo y a veces ni siquiera hay costo. Sin embargo, la decisión no debe basarse únicamente en el costo económico; la pérdida de lectores es un costo altísimo y muchas veces ignorado.
Antes de cada envío, piensa bien a quién interesará el contenido que quieres difundir y seleccione la lista de destinatarios en consecuencia. Te sorprenderá ver la tasa de apertura de tus emails y la velocidad a la que crece la lista de suscriptores de tu newsletter.
Soberbia
“Mi idea es la mejor y cualquier crítica es fruto de la envidia”
Incluso las personas más humildes tienen su pequeña dosis de orgullo. Y es completamente comprensible, cualquier idea creativa (ya sea una campaña publicitaria, el logo de tu empresa o incluso un plan de marketing) es fruto de horas de estudio, análisis, pruebas y errores. Es algo así como un hijo al que has acompañado desde la gestación hasta la etapa de madurez.
Este apego a una idea o producto es natural, pero también es peligroso. Recuerda siempre que, al final del día, no eres tú quién va a consumir tu producto o servicio. La opinión de otros es muy importante en todo proceso creativo, sobre todo de los clientes potenciales y consumidores reales, pero también de todos los que te han acompañado en algún punto del camino. Hay que dejar el orgullo de lado y aprender a escuchar las críticas con atención y reflexionar sobre las posibles modificaciones pertinentes.
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Publicado por Equipo Wix